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Poca broma

En Estados Unidos todo esto puede provocarte cáncer: desde entrar en un edificio o andar por un parking

Resulta de locos que en un país donde circulan 310 millones de armas, aproximadamente, una de las cosas en las que más dinero invierten tanto las instituciones públicas como privadas, sea en alertar del peligro de contraer alguna enfermedad (sobre todo cáncer) en los sitios y situaciones más impensables.

Cartel que alerta de padecer cáncer María Jiménez

Crecí en Albacete, luego me trasladé a Madrid y ahora he terminado estudiando y trabajando en Los Ángeles. ¿Por qué os cuento esto? Porque como europea, española y manchega que soy (el orden de los factores no altera el producto), jamás en mi vida había visto carteles como los que no paro de encontrarme a cada paso que quiero dar en esta gigantesca ciudad que es LA.

La primera vez que vi uno fue en el parking de Ikea. ¿Puede un aparcamiento ser el causante de un cáncer? Si solo fuera eso... “Warning: Respirar el aire en este estacionamiento puede exponerle a químicos incluyendo monóxido de carbono y gases de escape de motores a gasolina o diésel, los cuales son conocidos por el Estado de California como causantes de cáncer y defectos de nacimiento u otros daños reproductivos. No permanezca en esta área por más tiempo del necesario”, rezaba el cartel, debidamente ubicado en una columna y colocado junto a otro pero escrito en inglés. Os aseguro que mi reacción fue echarme a reír. ¿En serio?

Pensé que se trataría de un caso aislado. Pero no. Cuál fue mi sorpresa cuando un día, entrando en casa de unos amigos, al lado de la puerta principal se encontraba esta advertencia: “En este edificio se pueden encontrar cantidades detectables de sustancias químicas conocidas en el estado de California como causantes de cáncer y defectos de nacimiento u otros daños reproductivos en o alrededor de esta instalación, que incluyen: el humo del tabaco; productos químicos encontrados en los materiales de construcción; productos químicos que se encuentran en los humos y escapes de automóviles; productos químicos utilizados para limpiar piscinas / spas / jacuzzis; y productos químicos utilizados en plaguicidas para el control de malezas y plagas”. Fantasía.

Pero aquí no acaba la fiesta de las enfermedades. Dado que las persianas y cortinas en Estados Unidos brillan por su ausencia, tuve que comprarme un antifaz para dormir. Así pues, me dirigí a Target (una cadena de almacenes bastante conocida por sus precios medianamente al alcance de cualquier bolsillo) y compré uno por 6 dólares.

Llegada la noche, más contenta que una niña con zapatos nuevos, me dispuse a quitarle la etiqueta cuando… ¡boom!, ahí estaba: “Warning: Este producto puede exponerle a químicos, incluido el gas formaldehído (metanol), que es conocido por el Estado de California como causante de cáncer”. Genial, a ver quién duerme ahora. De hecho, revisando el ticket de la maravillosa compra que podía conducirme a la muerte, me di cuenta de que ahí también había un aviso: “Algunos productos pueden exponerle a químicos conocidos por el Estado de California como causantes de cáncer y defectos de nacimiento u otros daños reproductivos. Por favor, revise las etiquetas para mayor información sobre posibles daños”.

Al borde de la paranoia (no puede ser que todo en este país provoque cáncer), decidí ponerme en modo ‘rastreator’ y descubrir la verdad y nada más que la verdad. ¿De dónde venían tantas advertencias? ¡Ajá! La ‘culpa’ la tiene la Proposición 65. ¿Lo qué? También conocida como ‘The Safe Drinking Water and Toxic Enforcement Act’ es una ley del estado de California, aprobada en el año 1986, con el propósito de proteger el abastecimiento de agua contra sustancias químicas que pudiesen aumentar el riesgo de cáncer.

Cabe recordar que en Estados Unidos, en la década de los 80, se denunciaron ante los tribunales muchos casos de contaminación hídrica que llevaron a un número elevado de personas a desarrollar distintos tipos de enfermedades, entre ellas cáncer. Como buena cinéfila que soy, os recomiendo el visionado de la película ‘Acción civil’ (1998) que está basada en uno de dichos juicios.

Sin embargo, con el paso de los años, esta proposición fue expandiendo sus tentáculos más allá del agua. Como puede leerse en la página web de esta ley, “la proposición 65 requiere que las empresas proporcionen advertencias a los californianos sobre exposiciones significativas a sustancias químicas que causan cáncer, defectos de nacimiento u otros daños reproductivos. Estos productos químicos pueden estar en los productos que compran los californianos, en sus hogares o lugares de trabajo, o que se liberan al medio ambiente. Al requerir que se proporcione esta información, la Proposición 65 permite a los californianos tomar decisiones informadas sobre su exposición a estos químicos”.

¿Traducción? “Avisado estás, luego no trates de demandarme para cobrar una indemnización millonaria con el objetivo de hacer frente a los gastos de una enfermedad por la que tu seguro médico (si tienes) va a sacarte hasta el último centavo”. Así de fácil.

¿Hay alguna manera de librarse de poner la dichosa plaquita y/o etiqueta? Sí. Hay diversas excepciones y estas son algunas de ellas:

Si eres una agencia gubernamental o instalación de agua públicas.

Negocios con nueve o menos empleados.

Exposiciones que no representan un riesgo significativo de cáncer. Y por esto se entiende que de 100.000 individuos expuestos a ese ‘riesgo’ durante 70 años, solo uno desarrolló cáncer.

Sin embargo, nadie se la juega en un sistema donde la multa por no haber cumplido con la normativa de aviso que se recoge en la proposición 65 es de 2.5000 dólares por día. Casi nada.

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