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Acaba de publicar ‘La rebelión de los mayores. Porque la indignación no se jubila nunca’

Paca Tricio: “No estamos luchando por nuestras pensiones, estamos luchando por las vuestras”

Paca Tricio, presidenta de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP), es una de las líderes del combativo movimiento de personas mayores que luchan por las pensiones y por la dignidad en el otoño de la vida. Acaba de publicar ‘La rebelión de los mayores. Porque la indignación no se jubila nunca’ (Península), donde da sus razones para la indignación con canas.

Paca Tricio, en El Objetivo de Ana Pastor El Objetivo

Nuestros mayores están en pie de guerra, con un ímpetu que ya quisieran para sí muchas de las generaciones más jóvenes, por sus pensiones, por sus derechos, pero también para dejar un mundo mejor a sus nietos.

El mundo parece que va a peor constantemente, así que la tarea es ardua, como reconoce Paca Tricio, una de sus líderes.

Tricio, de 72 años, presidenta de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP), salió de la dirección de la empresa privada para dedicarse a causas sociales, como la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA) o el problema de la drogadicción que asoló a la juventud de los ochenta, en la Coordinadora de ONG Intervinientes en Drogodependencias (COID).

Ahora, ya jubilada, no ha enterrado el hacha de guerra y sigue activa en la lucha social, esta vez capitaneando a los mayores, que considera abusados e invisibilizados. Acaba de publicar un opúsculo titulado ‘La rebelión de los mayores. Porque la indignación no se jubila nunca’ (Península), en colaboración con Juan Fernández y con el prólogo de la periodista Ana Pastor, donde da explica razones para la indignación y la resistencia.

A lo largo de la vida la visión sobre la propia existencia va cambiando. ¿Cómo se ve cuando uno empieza a ser mayor?

En mi caso la visión sobre la vida no ha cambiado: no he tenido crisis de cumplir años, ni la tuve a los cuarenta, ni a los cincuenta, ni ahora. Creo que no hay que preocuparse por el paso de la vida, sino ocuparse de ella. Los años se van a cumplir sí o sí, sin remedio, y de nada sirve agobiarse. En cambio, hay que ocuparse de que los años vayan transcurriendo con calidad de vida, con ganas de hacer cosas. Lo contrario solo lleva a la melancolía, y la melancolía tiene muy poco recorrido.

¿Cómo se embarcó usted en las causas sociales?

Yo vengo de familia de empresarios y me dediqué a la gerencia en la empresa familiar. Como trabajaba mucho, no tenía tiempo de ir a las reuniones en el colegio de mis hijas, pero un día me pidieron que fuera: fui y me involucré en el asunto de las asociaciones de padres y madres. Las causas sociales me engancharon. Hasta dejé la empresa en manos de otra socia para dedicarme a ellas.

Trabajó usted en el problema de la epidemia de droga que se llevó a una generación por delante.

Sí, coordinando a las diferentes asociaciones y organismos que se ocupaban de esta tragedia. Fuimos los que decíamos que los drogadictos no eran delincuentes sino enfermos. Nos acabó cerrando la asociación el gobierno de José María Aznar, cortándonos las ayudas, creo que pensaban que éramos unos rojos insufribles. Aunque las causas sociales no tienen color político, sino que tienen que ver con ayudar a la gente.

Dicen que vuelve la droga dura. Se vuelve a ver en las calles.

Estamos en un momento difícil para la gente joven, parece que vuelve la heroína, y es muy fácil engancharse. Los jóvenes tienen ya pocos referentes de aquella tragedia, cuando se veía a los drogadictos por la calle con la jeringuilla colgando del brazo.

Volviendo al tema de los mayores, ¿qué es el ‘edadismo’?

Es el tratar a las personas mayores de manera diferente por razones de edad. Siempre cuento la anécdota de la persona de 88 años que va al médico porque le duele la rodilla derecha y el médico le dice “es usted muy mayor, ¿qué quiere?”. Pues quiere que no le duela, como la rodilla izquierda. No se puede mandar a la gente así a decaer sentado en el sofá. El edadismo es decirte que con tu edad no se puede contar contigo para ciertas cosas o que no vales para nada. Un maltrato psicológico que a veces la gente ejerce sin ser consciente de ello.

Se propone el envejecimiento activo.

Es un modo de vida: que tu existencia no tiene porqué pararse en un sillón, viendo la televisión. Tienes que ponerte guapa, en el mejor sentido del término, sentirte bien contigo misma, salir a la calle y estar con todo tipo de personas, mover el cuerpo. Hacer cursos de reciclaje, hacer voluntariado o ir a la universidad de mayores. Morirnos nos tenemos que morir, pero si podemos hay que vivir la vida hasta el último momento.

¿Cómo se ve la muerte cuando uno es mayor?

La muerte para los mayores no es una cosa tan tremenda, cuando llegas aquí ya no se le tiene tanto miedo. Lo que da más miedo es morir mal. A mí no me gustaría vivir un día más si tengo un Alzheimer o un Parkinson avanzado, quiero que los míos me recuerden como soy.

Otro problema común en los mayores es la soledad. ¿Por qué tantos mayores se quedan solos?

Cuando uno es joven tiene a su pandilla, a sus amigos del colegio (aunque con las nuevas tecnologías no sé cómo será esto en el futuro), luego la gente crece y tiene más amigos, y conoce a sus parejas, forma familias, de alguna forma se va separando de los demás. Cuando eres mayor tus hijos, a los que has dedicado muchísimo tiempo, hacen su vida, como es normal. Y muchas personas se quedan viudas, jubiladas y solas. Se dice con frecuencia que a muchos mayores les mata antes la soledad que la edad o la enfermedad.

¿Cómo solucionarlo?

Antes de dejar la presidencia de la UDP me gustaría hacer algo con los perros, como se hace con perros lazarillos y los ciegos, pero entrenándolos para luchar contra la soledad. Es increíble lo que acompaña un perrito a una persona mayor, pero es que no solo le acompaña, es que le obliga a salir de casa, a moverse, a relacionarse con los demás. Yo tengo una yorkshire que se llama Nuka y me alegra la vida. No es lo mismo volver a casa y que no te reciba nadie a que te espere la perrita, es una alegría.

En otras culturas se respeta mucho más a los ancianos, hasta la veneración.

En la UDP utilizamos la imagen de un baobab, que es el árbol en el que en las culturas africanas los mayores se reúnen con los jóvenes para pasarles la mochila de su sabiduría. El problema es que aquí se ha ido perdiendo ese respeto: vemos al mayor, pero no le miramos, le oímos, pero no le escuchamos.

¿Qué pasa con las pensiones?

La chispa que enciende la indignación es la carta de la ministra Fátima Baños, donde presume de subir el 0,25% las pensiones, muy por debajo del IPC. Luego viene toda la avalancha de ministros que vienen a insultarnos, esos eran los mejores promotores de las manifestaciones de mayores.

Nos dijeron que los que teníamos casa éramos algo así como millonarios, o que las pensiones eran lo que estaba quitando las posibilidades a los jóvenes, entre otras mentiras.

Eso encendió la rebelión. Hay que entender que los mayores, además, no somos objeto de gasto, sino que, por lo general, nos gastamos toda la pensión: ayudamos a nuestros nietos y nuestros sobrinos, animamos la industria turística en temporada baja, etc., eso no se tiene en cuenta.

¿Cuál es la situación ahora?

El gobierno ha anunciado que subirá el 1,6% a las pensiones. A las más bajas, que no pasan de los 500 euros, le subirán el 3%. Es un avance, pero nosotros queremos dar un paso más: blindar las pensiones, que no sean el pim pam pum cada vez que hay elecciones. Es importante porque el número de pensionistas va a aumentar, pronto llegarán a esa edad los miembros del ‘baby boom’, y hay que buscar soluciones.

En 1982 se celebró en la primera Asamblea de Mundial sobre el Envejecimiento. En 2002 se celebró otra. Y seguimos sin hacer nada. Es preciso rellenar la caja de las pensiones que se ha gastado, y con intereses. Los políticos, por supuesto, tienen la pensión garantizada.

Hoy las posibilidades para tener una buena vejez son amplias.

Sí, hoy sería posible que los mayores vivieran con una gran calidad de vida, pero no se ha conseguido del todo. Calidad de vida es estar bien alimentado, no tener que dormir con abrigo o gorro porque no se tiene calefacción. En el siglo XX hubo un gran éxodo de personas del campo a la ciudad. Se hicieron casas para los trabajadores que llegaron a las grandes ciudades pero que no estaban pensadas para el envejecimiento: las cocinas son muy altas, no hay ascensores y tienen bañeras y no duchas. Las bañeras son un peligro para las personas mayores que sufren muchas caídas en ellas. Todo esto hay que cambiarlo, cosa que generaría empleo y animaría la economía.

¿Qué pronóstico tiene para las generaciones más jóvenes?

Hoy en día tenéis unas condiciones de vida peores que las que tuvimos nosotros. No podéis compraros una casa, tener hijos, sacarlos adelante. Tener que volver a vivir en la casa de tus padres es antinatural, y está pasando. Es por la maldita reforma laboral, se están pagando sueldos indignos.

Aunque te paguen un mes 3.000 euros, en el mejor de los casos, luego estás en la calle otro mes sin trabajo: se necesita una estabilidad temporal. Hay que pedirle más a las grandes fortunas.

Es por eso que los mayores también estamos en las calles y necesitamos que los más jóvenes también empujéis. Nosotros no estamos luchando por nosotros que, más o menos, ya tenemos nuestra pensión, sino porque haya pensiones para vosotros.

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