El aterrador momento en que un estudiante de piloto abre la puerta de un avión en el aire
EL REGRESO DE 'ROSEANNE' Y OTRAS FICCIONES
Cuando el 8 de noviembre de 2016 el mundo supo que Donald Trump sería el próximo presidente de Estados Unidos, las teorías del Apocalipsis que antes (casi) nadie daba por ciertas tomaron forma definitiva. Para muchos, incluso para el propio equipo del político y empresario, fue como si un chiste se hiciera realidad, y algunos corrieron a dar explicaciones al resultado de unas elecciones que consideraban imposible. Una de esas hipótesis es que el ideario populista de Trump había calado no tanto en ricos republicanos como él, sino en la mayoría blanca del país que tenía dificultades para llegar a fin de mes y que se sentía olvidada también por los demócratas. Fue así cómo nació uno de los falsos mitos de la América de Trump, un estamos así por "los paletos ignorantes que no sabían a quién votaban".
Hoy las series de televisión norteamericanas intentan hacerse eco de cómo son esos nuevos Estados Unidos, y en ellas se han colado diferentes visiones sobre sus votantes y sobre sus contrarios. Por ejemplo, 'American Horror Story: Cult', de la mítica saga de terror, habló de un país dividido profundamente, susceptible a caer en la fascinación de peligrosos líderes. 'The Good Fight', una de las más aclamadas, reflexiona sobre el caos emocional y social de la ciudadanía, que a veces se manifiesta en una espiral de violencia (como el ataque a las oficinas de Youtube). Pero la que ha representado con mayor vehemencia a esa parte de la población a la que se responsabiliza de la victoria de Trump ha sido 'Homeland': en su última entrega, una estrella viral de la derecha convence a una comunidad rural para enfrentarse a tiros al FBI.
Roseanne, una antiheroína republicana
En este panorama cultural, del que muchos afirman que está a la caza del votante republicano, con series enfocadas al género militar y de tono patriótico, vuelve 'Roseanne'. La histórica 'sitcom' estadounidense, que se emitió con éxito entre 1988 y 1997, fue aplaudida por su retrato de una familia 'blue collar' (como decíamos antes, con problemas para llegar a fin de mes), y por su poderosa productora y protagonista, la contundente cómica Roseanne Barr. Pero su regreso a televisión, que retoma la ficción 20 años después, desde la temporada 10, se ha estrenado con un giro de los acontecimientos: Barr es una defensora apasionada de Donald Trump, y este incluso la ha felicitado por su retorno. La nostalgia catódica vuelve a mostrarse amortizable con 18 millones de espectadores, pero esta viene con un plus: el debate político.
El revival narra cómo Roseanne y Dan (John Goodman), ahora votantes de Trump, se enfrentan a la brecha generacional y política a través de sus hijos y nietos, y podría haber sido la excusa ideal para hablar del poder de la televisión como medio cohesor y de debate. Pero no. Gran parte de los críticos se han posicionado en contra. Por un lado, porque es falsa esa idea de que los ciudadanos con menos recursos alzaron al presidente. Por otro, porque ven hipócrita que los guionistas propongan que personajes que votan a Trump sean luego progresistas y abiertos a la diferencia cuando les conviene. En otras palabras: para humanizarlos. ¿Cómo es posible, por ejemplo, que Roseanne y Dan quieran que su nieto de género fluido crezca feliz y seguro y a la vez apoyen al hombre que quiere prohibir que las personas trans entren en el ejército?
¿Debate social o propaganda política?
No es momento para medias tintas, es lo que sugieren los más críticos con 'Roseanne'. Otra de las escenas más polémicas de los cuatro episodios emitidos hasta ahora es la broma dirigida a dos ficciones de la misma cadena, ABC (del grupo Disney): 'Black-ish' y 'Recién llegados', sobre una familia negra y una de origen chino. "¡Son como nosotros!", afirma irónica Roseanne, y en ello algunos han visto una forma de desacreditar la realidad que muestran esas otras dos series, como si fueran menos americanas. Esto coincide con la noticia de que a Kenya Barris, creador de 'Black-ish', se le censuró un capítulo en el que hablaba de la historia racista de Estados Unidos (se rumorea que abandonará el canal), y con la marcha a Netflix de Shonda Rhimes ('Anatomía de Grey'), una de las productoras más inclusivas de diferentes colectivos.
Pero lo que no es una cuestión de opinión es la teoría que da por cierta que son personajes como Roseanne y Dan quienes pusieron a Donald Trump en la Casa Blanca en su mayoría. Investigaciones de 2017 ya desmontaron esa hipótesis. Por un lado, solo una tercera parte de los votantes del republicano presentaban ingresos menores a 50.000 dólares anuales. Por otra, que el 70% de su electorado no tuviera estudios universitarios (cifra similar a otros candidatos del mismo partido) no significa que sí tuviera dificultades para llegar a fin de mes. El caso de 'Roseanne' es interesante por muchos motivos. Primero, porque nos ayuda a entender hasta qué punto se han politizado las series estadounidenses en unos años. Después, para alertarnos sobre la nostalgia catódica: puedes amar a Roseanne, pero ten cuidado con su propaganda.