El aterrador momento en que un estudiante de piloto abre la puerta de un avión en el aire
La historia de Picnic en Hanging Rock es una de las historias más apasionantes
El día de San Valentín de 1900, las estudiantes de la Escuela Appleyard fueron de excursión a Hanging Rock, una región australiana montañosa de Wellington. A lo largo del día se produjeron una serie de extraños fenómenos sobrenaturales, en los que hubo lapsos de tiempo congelado y la pérdida de conocimiento de estudiantes y maestras. El resultado es que tras unas horas confusas en las que no se sabe qué pasó realmente, tres chicas y una profesora desaparecieron sin dejar rastro. ¿Mito? ¿Realidad? ¿Ficción?
La principal fuente de la leyenda, y por lo que más es conocida la historia es por la novela que dio lugar a una película inquietantemente hermosa, dirigida por Peter Weir, cuya influencia ha penetrado en la moda, desde diseñadores como Alexander McQueen y Raf Simons de Dior, a musas como Chloë Sevigny o directoras como Sofía Coppola, que se inspiró en ella para crear ‘Las vírgenes suicidas’, y también para su versión de ‘La seducción’.
El atractivo es permanente y por ello ha inspirado una nueva miniserie que está resonando por distintas plataformas estos días. Pero tanto dentro de la ficción o fuera de ella, seguimos sin saber qué les pasó a esas chicas. Quizá esa falta de respuestas de autores y obra es lo que hace que su magnetismo siga fresco.
Pese a la popularidad del fime, el origen de todo está en la novela de Joan Lindsay de 1967, también titulada ‘Picnic en Hanging Rock’ que convirtió en best-seller la misteriosa desaparición de las colegialas en el Día de San Valentín. Su febril relato de represión femenina no ofrecía pistas sobre las razones de la desaparición y en la nueva serie, que hace todo lo posible para completar la historia de fondo, no se aborda el misterio más grande de todos, si en realidad hubo una historia real en la que se basó Joan Lindsay.
Su novela está escrita como si estuviera basada en una historia real. Muchos de los lugares enumerados, incluida la icónica roca colgante que da nombre al título, son localizaciones reales que conoció cuando era niña. Lindsay siempre se mostraba ambigua sobre el tema.
En el prólogo de la novela dejaba caer la posible veracidad del relato: "Que Picnic en Hanging Rock sea realidad o ficción es algo que mis lectores deben decidir por sí mismos. Como el fatídico día de campo tuvo lugar en el año mil novecientos, y todos los personajes que aparecen en este libro han muerto hace mucho tiempo, eso no es demasiado importante ".
Sus editores sostenían que la historia era totalmente ficticia. Con el los años, Lindsay finalmente admitió que se basaba en un sueño recurrente que era en sí mismo un misterio para ella y que le llevó a completar el manuscrito en dos semanas.
Sin embargo, hay pistas, rumores, chismes que hacen creer a la gente que el famoso Picnic en Hanging Rock realmente sucedió. La historiadora Janelle McCulloch autora de un libro sobre Lindsay y su gran obra encontró alguna evidencia literaria e histórica de que la autora pudo haberse inspirado en acontecimientos verdaderos.
Por ejemplo, en las últimas dos líneas del prólogo la autora insinuaba que cuando era niña pensaba que la historia era cierta, pero esa aclaración fue cortada de la versión final, junto con una explicación sobrenatural para la desaparición de las niñas.
La investigación histórica de McCulloch descubrió un boletín de la policía local que hablaba de dos niñas que habían desaparecido en la misma área que Hanging Rock a finales del siglo XIX. Las descripciones de las desaparecidas, que probablemente fueran secuestradas por dos hombres que las escondieron entre las grietas de las rocas, coinciden con las características de los personajes de la novela.
McCullough dio con una anciana que fue a la escuela en la que se basó el ficticio Appleyard College y confirmó que la desaparición era vox pópuli. Probablemente, Lindsay fue informada del suceso por su familia ya que su bisabuelo fue el jefe de la policía de la zona. visitó Hanging Rock tiempo después, cuando tenía cuatro años en 1900, el mismo año en que se establece el libro.
Según apuntes de la época la autora tuvo una experiencia en el lugar que le afectó profundamente. Probablemente, esas experiencias personales y las leyendas locales fueron el carburante para redondear su embrujante relato. Como en multitud de ocasiones, una historia trágica tiene un efecto dramático sobre un área local y sobre un autor que decide darle forma a su fascinación.
La escritora era una mística con una extraordinaria afinidad con el paisaje, como los aborígenes australianos, que son capaces de ver cosas en él que otros no ven. Lo cierto es que la roca también tiene una rica y trágica historia indígena con ceremonias de iniciación celebradas por sus custodios originales, antes de que la mayoría murieran de viruela, fueran asesinados por colonos o trasladados a la reserva Coranderrk en 1863.
Los aborígenes lo consideraban un lugar especial, y Lindsay compartió esa creencia. Cuando Peter Weir quiso adaptar el libro en su película, se le advirtió que no debería, bajo ninguna circunstancia, preguntarle a Joan Lindsay si la historia era cierta o no. Algo que hace creer que, por alguna razón, le molestaba, como si ella supiera (o creyera saber) más de lo que relató en su libro. Pero es ese enigma eterno, que nunca podremos comprobar, lo que hace de novela y largometraje un bellísimo e inquietante misterio eterno.