El emotivo momento en que un niño paciente de cáncer se reúne con sus hermanos tras seis meses en el hospital
El 46 % de las mujeres no mantiene relaciones sexuales con la menstruación
No tiene ningún sentido, lo sé. Pero tampoco lo tiene el que esconda la compresa en el bolsillo del pantalón cuando voy al baño de la oficina.
Tengo 34 años y llevo conviviendo desde los 13 con la menstruación. Veintiún años de doloroso ‘affaire’ que llevo con resignación. ¿El motivo? Cada año que pasa me gusta menos ser mujer, biológicamente hablando. De hecho, recientemente realicé un descubrimiento que me hizo plantearme seriamente la manera en la que convivo con mi ‘enemiga’.
Os pondré en situación. Había quedado con Carlos, un divorciado con el que llevo viéndome un par de años. El plan estaba claro. Cenar, tomar unas copas e ir a su casa a dar rienda suelta a nuestra pasión. Así pues, me metí en la ducha para acicalarme cuando miré al suelo y vi una gota de sangre.
“Mierda”, dije en voz alta. Esta vez mi amiga me había pillado por sorpresa y eso que todos los meses apunto la fecha de su llegada en una libreta que tengo desde que me bajo mi primera regla un bonito 2 de diciembre de 1997. Exacto. Es un diario menstrual.
Lo inicié porque mi madre me dijo que toda mujer debía llevar un control de su periodo y así lo hago. Y no, no utilizo apps para dicho menester, en esto de la regla soy muy tradicional. Tras maldecir mi menstruación, pensé que quizá Carlos se sentiría decepcionado.
Y aquí, amigos, está el problema. Quizá solo me pase a mí, pero en ese instante me di cuenta de que siempre procuro adaptar mis citas y mis encuentros sexuales (al menos lo que puedo planificar) a mi ciclo menstrual.
De hecho, hacía unos meses que nos habíamos ido de escapada a Londres y lo primero que hice fue cuadrar las fechas para que no tuviese que lidiar con este inoportuno don de la naturaleza.
No cancelé la cita con Carlos. Llegué a la cena y me di cuenta de que lo primero que hice fue decirle que estaba con la regla. A romántica no me gana nadie. “Bueno, no pasa nada”, me dijo. Carlos lleva razón. No pasa nada por tener la menstruación, pero yo no podía dejar de sentirme culpable.
Culpable porque sé que me esperará una noche en la que nada más llegar a su casa me meteré en la ducha para que mis partes íntimas estén medianamente presentables, pondré una toalla en la cama para que sus sábanas no terminen como en un capítulo de ‘Mentes Criminales’, me esforzaré por intentar que él se manche lo menos posible y finalmente disfrutaré de un orgasmo que, para qué engañarnos, será de todo menos relajado y apoteósico porque mi mente estará en todo menos en lo que tiene que estar.
Lo que realmente me preocupa de todo esto, más allá de orgasmos o molestias derivadas de la menstruación, es el hecho de que mi mente no me diga: “María, tienes la regla. Punto. Has quedado con un chico, ¿y qué? Ya follaréis otro día y si no pues lo hacéis y ya limpiaréis las sábanas”. Ojalá. ¿Soy yo? ¿La educación que me han dado? ¿La sociedad?
Algunos de vosotros pensaréis que me siento culpable porque el fin último de mi relación con Carlos es tener sexo. Pues no. He tenido novios (aunque de corta duración) con los que también he sentido lo mismo.
Cierto es que casi todos los tíos reaccionan bien ante el hecho de que una chica tenga la regla. Pero siempre hay un fino hilo de resignación en sus contestaciones. De hecho, la mayoría intenta ‘mojar’ igualmente, muchas veces sin tener en cuenta que podemos estar sufriendo dolores que nos lleven a preferir ser desolladas antes que penetradas.
Pero a lo que voy, ¿por qué me siento culpable? Creo que la razón es porque siento que en ese momento no puedo dar algo que el otro espera de mí. Igual suena ridículo, pero creo que por ahí anda el tema. Es retomar nuevamente el camino de “soy una mujer y tengo que complacer a los hombres en todos los sentidos”.
Imposible despegarme de un mantra con el que me he criado y del que intento huir a golpe de talonario en el despacho de mi terapeuta.
Quizá también juegue en mi contra el hecho de creer que menstruación y sexo no pueden ir cogidos de la mano. Aunque no soy la única.
La reciente Encuesta Global sobre Higiene Íntima y Salud Sexual de Intimina (una conocida marca de cuidado íntimo de la mujer) señala que el 46 % de las mujeres no mantiene relaciones sexuales con la regla. ¿El motivo?
El principal es no quererse mancharse con el flujo. Vaya, lo mismo va a ser cosa nuestra y no de ellos. De hecho, la misma encuesta asegura que solo un 12% de mujeres afirma no tener sexo con sus parejas durante la menstruación porque son ellos los que no quieren.
Interesante.