FESTIVALES DE MÚSICA
En 2024 el fondo de inversión americano proisraelí KKR adquirió Superstruct Entertainment, un grupo que se encuentra detrás de 80 festivales alrededor del mundo y que en nuestro país controla entre otros al Sónar, Viña Rock, Resurrection Fest, Arenal Sound o FIB. Los brutales ataques que está llevan a cabo Israel en Gaza han provocado un debate en torno a estos festivales y que numerosas bandas ya hayan dicho que renuncian a actuar en ellos hasta que algo cambie.
En los últimos días, una noticia ha corrido como la pólvora en redes sociales, sacudiendo los cimientos de la industria musical en nuestro país. Cada vez son más los grupos, tanto españoles como internacionales, que están decidiendo no volver a actuar en festivales como el Sónar, Viña Rock y otros, al descubrir que estos están, en última instancia, controlados por el fondo de inversión KKR, señalado por su vinculación con el Estado de Israel y el genocidio en Gaza.
La música y los festivales se encuentran cada vez más bajo el control de grandes corporaciones, a su vez gestionadas por fondos de inversión extranjeros, en un entramado capitalista y global que convierte a la cultura en un producto más orientado exclusivamente al beneficio económico.
Todo comenzó en 2017, cuando se fundó Superstruct Entertainment, respaldada por el fondo Providence Equity Partners y James Barton, exejecutivo de Live Nation. Desde entonces, la empresa ha crecido a través de adquisiciones estratégicas y actualmente opera más de 80 festivales en Europa y Australia.
En el caso de España, Superstruct adquirió en 2018 la mayoría de Advanced Music, promotora del festival Sónar de Barcelona. Posteriormente, en 2022, compró Bring The Noise, organizadora del Resurrection Fest, y a principios de 2023 adquirió The Music Republic, empresa que ya gestionaba festivales como el FIB, Viña Rock y Arenal Sound, por una cifra cercana a los 120 millones de euros.
Sin embargo, la situación cambió radicalmente a finales de 2024, cuando el fondo estadounidense KKR compró Superstruct. La noticia pasó en su momento casi desapercibida, hasta que en mayo de 2025 el medio El Salto publicó un artículo de investigación que revelaba que 80 festivales españoles están ahora bajo el control de KKR, fondo fundado por judios, sionista y con amplias conexiones con Israel.
Desde entonces, diversas bandas han comenzado a desvincularse de estos eventos. Entre ellas, numerosos artistas que participaron en la última edición del Viña Rock, como Fermín Muguruza, Reincidentes, Porretas, Sons of Aguirre, Sínkope, El Niño de la Hipoteca, Non Servium, Kaos Urbano, Los de Marras, Dakidarria, No Konforme, Free City, Kamikazes y otros.
Además, artistas internacionales como Manuka Honey, Juliana Huxtable, Animistic Beliefs & Jeisson Drenth ya han anunciado que no actuarán en la próxima edición del Sónar.
Hasta el momento de la publicación de este artículo, únicamente el Sónar ha emitido un comunicado, aunque con un tono bastante tibio. En él, se afirma: "Sónar es una plataforma que promueve la diversidad, la inclusión y respeta la libertad de expresión de sus artistas, participantes y colaboradores. El equipo de Sónar siempre ha trabajado —y seguirá haciéndolo— bajo la premisa de favorecer el respeto por los derechos humanos universales. El festival condena firmemente todo tipo de violencia. Desde su fundación hace más de 30 años, acogemos expresiones culturales locales y globales que tienen en Sónar su espacio natural para proyectar la voz de sus comunidades."
Es cierto que, aunque KKR sea actualmente el propietario último de estos festivales, no parece tener una implicación directa en su gestión artística. El caso más evidente es el del Viña Rock, un festival con una fuerte identidad política en el que han participado numerosas bandas de izquierda. Este año, Fermín Muguruza, abiertamente comprometido con la causa palestina y crítico con los crímenes cometidos por Israel, fue uno de los principales cabezas de cartel.
No obstante, la participación de KKR en proyectos inmobiliarios en territorios ocupados por Israel, que continúa con la masacre en Gaza, en lo que muchos consideran un genocidio tolerado por la comunidad internacional, ha generado una creciente polémica. La implicación del fondo en plataformas como Yad2 (propiedad del grupo Axel Springer, del que KKR es uno de los principales inversores) ha activado una contundente respuesta desde el ámbito musical internacional. Y todo indica que este boicot cultural apenas ha comenzado.